A Jorge Cáceres
Bajo el onomástico de las hachas
Solo los hermanos de sangre pueden tocar las emanaciones del sol
Estamos amarrados a las manchas
Ya hemos pasado el umbral donde nos piden a cambio
El hilo que libra de las almas picoteadas.
Estamos amarrados a las manchas
Entre eco y aliento urdimos la altura animal
Nostalgia de los alambres que destruyen las estrellas
Enterramos el cuchillo hasta la mitad en el caballo de mar
El liquido saltó a los ojos cegándonos
Soltaron en los roquerios una correccional de soplos
Los molinos tropiezan con tu voz, ah se erizan
Los músculos emigran hacia los corales
Son tiempos de amalgamas ateridas,
De decirles a mis manos aterrizajes florecidos
Las vueltas de la tierra crujen llenas de relámpagos
El alma las subraya con sangre de senos
Son ciclos donde las larvas cuelan en los talismanes el desmayo
De los animales etéreos.
Estamos cosidos a las manchas
Esperando la lluvia como caníbales inflamados
Solo la luz lleva las órdenes de las entrañas en la frente
Ya nada puede la quemadura de la víspera en esta sombra
Así confían las gemas y transmiten la cera de sus lechos
Al túnel que siempre cose el mismo llanto del pez
Allí donde dormimos, donde exaltados bañamos el cuerpo en ámbar
El amanecer vociferó lo larvario
En la cárcel de líneas que hay debajo de las sabanas
Hay un murmullo puesto a secar
El águila tajeada en los trapecios
Sin nada el sol tapa el hueco de la muerte con nuestra desnudez
Ah la única mancha, recordaré de nuevo todas las etapas
Tu alma me mostraba las razas del agua al final de los rodamientos
Yo volaba con los látigos sobre los vasos invertidos
Que habían sobre tu corazón
Dejaba caer al día el relámpago donde se oculta el hombre
Cuando no puede decir ya nada más de la piedra
La aurora descargaba gargantas de lobos
El telescopico penitente se desnudaba frente a un anillo
Elijo el torbellino como red y no para descifrarme
Sino para esa eternidad anterior que se despeña en la noche
Ah la única mancha, ah las esencias expulsadas
Me valgo del hilo sagrado hasta en esa ventilación que desafina a dios
Ermitaños, somos ermitaños desde que el orgasmo encandilo las raíces
Desde que los coágulos nos dijeron que el infierno
está en posición invertida, caen cerraduras litorales, purificaciones,
Astros de madera atados a los tigres en celo
Tropezamos y tropezamos
A pesar de las chorreantes edades en el reflejo.
Autor:Rodrigo Verdugo Pizarro
País: Chile
País: Chile
Del libro “Nudos Velados” Ed Derrame, 2002
Imagen: "El niño geopolítico observando el nacimineto de un nuevo hombre"
Salvador Dalí
Imagen: "El niño geopolítico observando el nacimineto de un nuevo hombre"
Salvador Dalí
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