y las nubes grises vuelven a su imperio
junto a los oscilantes ventarrones
trayendo, a través de la felonía y la confusión,
una eminente embarcación.
Rieles etéreos
al ras de las olas del mar
dejando atrás la superficie y el sollozo,
es la tierra donde se forjaron los recuerdos
y el amor quedó en la sombría mañana;
ahora sólo vemos astilleros y sepias.
Cuales baldosas son el empiezo y el final
para proceder y anteceder a lo magno
de la materia como el agua del mar
erigiendo luego la calidez de las banderas.
Abrazaremos la presencia,
tangencial, de los ángeles de mar
alumbrando como luciérnagas
la venidera aventura furtiva
en donde tú te haces llamar
el susurro del mar.
Deseo...
Verte navegando de regreso
Hasta el astillero sepia
escrito por: Antony Llanos